Miró
al sultán
la sultana
aunque sólo
la mitad veía.
Y llevada por
medias lunas habló
de esperanzas partidas,
remendadas,
de muñecas rotas,
acicaladas,
de perros ladradores
sin eco, sin nada.
Miró
el sultán
a la sultana.
Tras la negrura
vio asomarse
la luz de las llamas.
Y comprendió.
Comprendió
por qué se escarchan
las cosechas
en tierras prestadas.
Jeyik, ya Sultana Jeya, jeyik.
Dedicado a Sultana Jaya
me sumo al homenaje
ResponderEliminary al grito de este pueblo que busca su espacio su libertad y forma de organizar su subsistencia como todo ser humano merece
saludos
Excelente poema, pero tengo una pregunta sobre el vocablo "jeyik". ¿qué significa? Nunca lo había escuchado ni leído y me interesa mucho.
ResponderEliminarGracias de antemano y muchos saludos.