A veces llega hasta la almohada
Me susurra en su lengua de jeroglíficos
Me despierta.
Abro los ojos y receloso se aleja.
Lo veo detenerse en el umbral de mi silencio
Y escucho nítidamente su canto de sosiego.
Mi corazón empieza a vagar por las costas
Y se remoja los pies descalzos
En las olas atlánticas de la paciencia.