Un tornado de petardos despertó el sueño de la noche.
Cuando el desierto se empezaba a creer metrópoli.
El áspero viento del norte tocó las trompetas de la guerra.
Y alguien en nombre de la libertad sacudió la memoria del tiempo.
Desde entonces los días empezaron a nacer muertos.
Y nuestra infancia naufragó en la turbulenta marejada del éxodo.
La cálida llovizna del amor mojó nuestros cuerpos en un lecho ajeno.
Y nos despertó el peso de las distancias con el corazón quebrado.
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