domingo, enero 14, 2018

Mi escuela, Paz se llamaba


Siembran, los agresores, la tierra
-que vida es y esperanza-
de oquedades opacas,   
de estremecedores alaridos
y fúnebres silencios.
Alambradas, minas, radares           
que defienden trincheras y muros.
Muros que separan hermanos,
esposos, amigos, familias.
Muros que defienden catervas invasoras;
Soldaditos que esparcen muerte,
odio y dispersión propagan.
Y mi patria sigue encadenada.
Mi tierra sigue herida.
Diseminada por cercos
y herrumbrosas siembras  de la nada.
Mi casa vacía  de mi vida:
Hoy solo, ahí, anida
la gélida voz de la ausencia.
Y mi escuela Paz se llamaba,
Paz se sigue llamando
pero desde que irrumpieron
las hordas sanguinarias
solo conoce muros, minas,
abandono, guerra, muerte,
silencio, silencio, silencio…
Mientras
un rebelde bramido nuestro
en lomos de esperanza marcha
y con abnegadas manos
de sol a sol
ahí golpea,
de luna a luna
ahí golpea
galopando hacia la vida…

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