sábado, febrero 16, 2008

Cuando florece la ternura en silencio_Brahim Cheij Breih



El sol tiene manchas Como la luna.
Desde que se alza no quieren que nadie les mire la cara.
Los niños de mi tierra les miran desafiantes
y se ríen de su cara

El sol se levanta todos los días a la misma hora.
Yo también, pero a veces más tarde.
Camino tanto bajo el sol ardiente,
lloro tanto como cuando el cielo se enfada,
porque también los hombres del desierto lloran

Cuando siento que el sol se ríe de mí vuelvo a mi jaima
junto al té, amargo, dulce y suave, suave.
Pronto el cielo cierra sus cortinas y llega la noche.
Me rindo frente el sueño
como un soldado en un campo de batalla.
Duermo, duermo y sueño que estoy bajo otro cielo.

El maldito gallo canta como siempre.
Entra la luz del sol provocadora en la jaima.
Abro los ojos y veo que es el mismo cielo de siempre,
otra vez la rutina y el ritual de siempre.
Amargo, dulce y suave.
Vienen los amigos de siempre y se van
y vendrán otros y se irán.

De pronto el sol se rinde,
se esconde entre las nubes.
Como una mujer de mi tierra cuando se casa,
me quiere pero se esconde

Los niños salen de las jaimas
para limpiar sus almas bajo el agua de la lluvia
El desierto tiembla, llega la noche
Las estrellas tampoco están
Los niños se rinden y buscan el calor de la jaima.

La jaima está mojada como todas.
No habrá sueño esta noche, solo miradas.
Al amanecer el sol a la misma hora se levanta sonriente,
no tiene la culpa de nada.
Las jaimas vuelven a levantarse
Las miradas, las sonrisas, los ánimos y la esperanza
El desierto vuelve a ser lo mismo sin agua

Vuelvo yo a mi ritual de siempre Amargo dulce y suave.
El sol tiene manchas como la luna.
Los niños de mi tierra
les miran desafiantes y se ríen de su cara.


Brahim Cheij Breih

sábado, febrero 09, 2008

Este inmenso desierto_Deich uld Mesaud



Este inmenso desierto
silencioso y callado;
este mi desierto
cálido y frío
de trágicas leyendas,
de horizonte lejano,
de verdes palmeras,
de siroco dorado
de sol que nos quema...
¡la noche estrellada!
¡desierto y misterio!

Por Deich uld Mesaud,
alumno de 4º curso, 1967, El Aaiun.
Revista Irifi