martes, septiembre 08, 2015

Exilio I_Bahia Mahmud Awah

Mi madre maestra y mis hermanas
en el regazo de aquella oscura noche de 1975
ante el peligro que arreciaba
amenazando la vida de los niños
dispusieron mi huida de la guerra.
Me calzaron gastados Keeds,
pantalones de pana
y un jersey
que más tarde, en el éxodo,
gastados, sucios y estrujados
eran el cobijo donde se alimentaban
los despiadados piojos del exilio.
Hoy veo a la humanidad como garrapatas,
veo sanguijuelas
devorando la conciencia de quienes
nos dirigen hacia la apocalipsis humana.
¿Adónde vas humanidad?
repitiendo  viejos errores en tu falsa conducta.
Y tú presumes de fiel cristiano,
de civilizado
de buen político
de buen humano.

Hipócrita sin conciencia.

jueves, agosto 13, 2015

Exilio_Ebnu

                          A Mario Benedetti

Mi exilio es casi congénito,
como el perenne eco de las montañas del Tiris.
El viento sacude mi jaima de plegarias gastadas,
pero rezo mirando a lo lejos, como siempre, por donde se vuelve.

En el horizonte se levanta otra tormenta
y estoy preparado.

Cada día mi exilio es más grande y más ancho
como mis sueños, como la esperanza del regreso.

Al borde de la puerta siempre tengo el equipaje.
Aunque el equipaje me cabe en un bolsillo,
como la arena que llevo en los pulmones.

miércoles, julio 01, 2015

Agua _Sukeina Aali-Taleb


El agua nunca pesa en la carga del camello,
me dice al oído una dulce voz de mujer.
Cuando el sol amenaza con su aliento cálido,
y se hace imposible avanzar un paso más,
el agua no pesa, no.
Cargué entonces mi mochila con agua para el camino,
y dejé atrás mi camello, dejé también mi jaima,
vestí otras ropas, y me calcé unos zapatos nuevos .
Me  adentré en tierras de alquitrán y lodo,
donde los árboles crecen negros,
y a veces el ruido no te deja pensar.
Donde no hay descanso para el viajero,
y sientes que unas manos te aprietan el corazón
y no te sale la voz.
El agua nunca pesa en la carga del camello,
oigo entre risas decir a los niños.
Avancé entonces, recorriendo caminos,
esos zapatos pensé, me llevarán lejos.
Salté por encima de los pozos,
de agua, estancada,
me equivoqué, confié, también lloré lágrimas,
de agua.
Pero el agua en mi mochila nunca faltó,
el agua no pesa, no.
El agua nunca pesa en la carga del camello,
me llegan voces antiguas
del desierto del Sáhara y de la montaña verde,
no olvides llevar agua, pequeña.
El agua es vida, te calma, te salva,
agua dulce para curar heridas,
y junto al agua,
carga bien tu mochila de otras cosas,
las cosas valiosas no pesan.
No te arrepientas de dar y ser generosa.
El agua nunca pesa en la carga del camello,
y  al cerrar los ojos, me sumerjo en el recuerdo,
y siento en mi nuca el suave hálito de los que se fueron.
El agua nunca pesa, pequeña.
No seas tonta. No te arrepientas.


Sukeina Aali Taleb, para el blog ¿Y dónde queda el Sahara?, de El Pais. Ilustración de Roberto Maján


jueves, junio 18, 2015

El mundo de los ignorados_ Ali Salem Iselmu

Lo han matado,
como han matado a otros.

Lo quieren encerrar en el cementerio del olvido,
pasar página,
mirar hacia otro lado,
después de dejarlo sin vida.

los culpables pasean impunemente
mientras una madre expone su cuerpo
al hambre y al dolor.

Nadie se acercará a escuchar su clamor,
las cámaras miran hacia otro lado
y los medios de comunicación
envueltos en su desidia
ignoran el asesinato de Haidala,
ignoran la huelga de su madre.

No hay derechos humanos,
ni individuales,
ni políticos,
ni sociales.

Son saharauis,
los saharauis
no existen en la crónica de los sucesos
son parte de otro mundo
el mundo de los ignorados.


domingo, junio 14, 2015

Como nudo de ombligo_Salka Embarek

Poema: Salka Embarek / Foto: Juanjo Miera
 (En recuerdo de Mohamed Lamine Haidala... 
Donde quiera que hayan enterrado tu cuerpo)

Cuando azulada la mordida
insista con sus dientes del miedo
habrán tendido tu alma compartida,
sin saberlo,
en el ardor del cielo.

Con torpeza buscarán
entre todos los cuerpos,
tu cuerpo,
lanzado mil veces
bajo piedras doradas de la patria,
que recoge honrada tu duelo.

La malicia no sabe
cómo dar la noticia
de tu huella perdida,
perdida tu carne y tu sangre
en sus listas nocturnas,
de habitados nombres
que son nuestros.

Hemos visto resolver sus quejas
con tu dinero,
complacer su enfado a golpes
sobre el largo de tu espina medular,
hemos sabido de tu arrojo
y de tu invierno
el que pasa y pasará,
acreditando lo cierto
de nuestra primavera.

Yo digo,
mientras que tu mano insista
en la promesa de alcanzar
todos nuestros sueños,
y los motivos no sean
ya de la justicia
lacerantes adornos sin peso,
mientras tu certeza
sea tan mía como nudo de ombligo,
la voluntad te entrego,
mi revolución,
espero.

lunes, junio 01, 2015

Los pozos de la vida_Zahra Hasnaui



Donde la arena huye del agua,
los pozos abren su boca
a brocales inexistentes,
para regar la inmensidad de leyendas,
y de asardún, askaf, um rukba, ataf, 
nitrarias retusas, su fruto rojo, el aghamis,  
en acantilados dorados y aguas añiles.  
De habas de chacal en Udian el Fula,
de habaliyas, las retorcidas, 
o um lejreisat, temidas por los camellos,
de fagonias que aglutinan arenas,
de desdeñadas tazias. 
De aristida plumosa, nsil,
pasto veraniego en Adrar Setuf,
en el pozo de Zug, en Tiris.
Donde la agaya
prefiere los terrenos salinos y húmedos
para nutrir  de sodio las dietas lácteas. 
La trisetum pumilum, o ehshashite lehmar,
regala pasto a plateros zemmureños. 
La calligolum comusum,
o artá en Bir Enzaran,
lumbre de hogar,
jabón natural
de cueros ajados. 
El gueddam, cuerda ancestral
de cestas paneras artesanas.  
Legtaf, atriplex halimus,
en el Pozo Aridal y el Pozo Tuf,
brote esquizofrénico en camellos,
colorante verde para las tejedoras.
El damaran, en El Aaiún y El Argub,
cuya yesca calienta las noches frías.
Las semillas del afzu
que reúnen a los frig
en Bir Mogrein, Uad Egneigat. 
El desierto,
donde la fagonia hospitalaria
abre su flor al peregrino vespertino, 
donde la arena se convierte en humo
y la montaña en tambor. 


Zahra Hasnaui para el blog ¿Y dónde queda el Sahara?, de El Pais. Ilustración de Roberto Maján

sábado, mayo 23, 2015

La jaima siempre mira al sur_Ebnu

I
Nunca cruzar sobre sangre, ni cenizas,
Ni dormir a la hora de ponerse el sol,
Ni sentarse jamás sobre la almohada.

No dejar las sandalias al revés,
Ni caminar hacia atrás, ni orinar de pie,
Ni señalar con el índice al cielo.

Al cementerio entrar descalzo y la noche
Del viernes dar de beber a los muertos.
Poner siempre los dedos en el suelo
Al escuchar una desagradable noticia.

No llamar a quien empieza un sendero
Y si alguna vez, sin querer, se hace
Se le pide que regrese y se le ofrece leche
un terrón de azúcar, antes de seguir el viaje.
Solo el color blanco allana los caminos.

No pronunciar el nombre la aguja,
Ni de la serpiente durante las noches
Pero siempre decir los nombres de dios
Al escuchar los ecos de un rebuzno.

Visitar a la familia y a los vecinos
Saludar con la mano derecha y rogar
A la tormenta que se aleje porque
En la jaima se encuentra el profeta.

Nunca pisar restos de comida,
Ni pasar por encima de alguien acostado.
Nunca dirigirse al suegro sin turbante,
Ni permitir que el agua baile en la jaima.

Tratar con respeto a las hormigas,
Y en nombre de Dios reclamar justicia.