A las nubes no les quedan pastores.
Nómadas taciturnas
tras los rebaños de dromedarios,
las risas de los niños, los frigs de jaimas,
los pozos verdes y las melfas cantarinas…
Todo es distinto.
Se fueron…
y vino el silencio
a cubrir la infinidad
de narcótica pausa.
Adormece al río,
al viento enmudece,
vacío… en la mirada,
en la palabra… intención.
No queda nada.
La sombra de las nubes consuela a una huérfana acacia.
1 comentario:
localismo, ternura y mucha suavidad en estos versos
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